Estaba furioso, no podía creer que rentaran mi departamento sin tenerme un poco de consideración, sin siquiera preguntarme, no sólo tomaron la decisión sin mi, además ignoraron mi presencia. En cuanto llegó el nuevo intruso me invadió una ira incontrolable, empezaron a volar cosas en contra del nuevo inquilino y contra todos los demás, ellos estaban horrorizados pero no me importaba, este era mi hogar y no iba permitir que cualquiera viniera a tomarlo como si nada, mucho menos sin haberme consultado.
Cuando estuve mas tranquilo, me di cuenta del desastre que había causado, trastes rotos y cosas regadas por todo el piso, la confusión y el terror se veían reflejados los rostros de las visitas, escucho que mi nerviosa hermana le dice al que estaba interesado en el departamento:
«Creo que no le agradas a mi difunto hermano»